7 Night Southern Caribbean Cruise

Charlotte Amalie es uno de los puertos más bellos del mundo. Las aguas azules llenas de veleros y las colinas verdes salpicadas de pequeñas cabañas pintorescas hacen una postal digna de alardear. Justo en las afueras de la animada ciudad portuaria, encontrarás playas de arenas finas salpicadas de hamacas. Toma un crucero a St. Thomas y explora hitos coloniales como el castillo de Barbanegra o brinda con una pinta de la cerveza rubia local en pintorescas cervecerías artesanales. Y a la hora de alimentarse, encontrarás muchos bares junto a la playa que sirven camarones fritos, yaniqueques y hamburguesas de coco. St. Thomas técnicamente forma parte de los Estados Unidos, pero gracias a sus mercados coloridos, playas vírgenes y el eterno sonido de los tambores metálicos, sentirás que estás en otro mundo.

Lo que hace a San Martín tan único es su mezcla de culturas. La isla es el hogar de 120 nacionalidades diferentes que hablan más de 80 idiomas y está gobernada por dos países: los Países Bajos y Francia. De hecho, es la masa terrestre más pequeña del mundo compartida por dos naciones diferentes. Si bien puede ser menos de 103 km cuadrados, hay mucho que hacer en esta pequeña isla: puedes viajar en el tiempo mientras exploras las ruinas de siglos de antigüedad y obtener tu dosis de adrenalina en tirolesa a través de exuberantes bosques tropicales. Si buscas un poco de descanso y relajación durante tu crucero a San Martín, encontrarás muchas playas escondidas donde podrás broncearte antes de deleitar tu paladar con la mejor cocina del Caribe.

La más grande de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, St. Croix lo tiene todo: un paisaje natural increíble que no puedes dejar de explorar y pintorescos pueblos coloniales ideales para pasear. Solía ser apodada \"El Jardín de las Antillas\" por sus abundantes campos de caña de azúcar. Sus molinos azucareros del siglo XVIII aún son sitios populares. Pero en la actualidad, lo que hace que los turistas regresen son sus sitios de buceo de primera clase como el cañón de Salt River, las playas de arena fina como Cane Bay y los bosques repletos de vida salvaje tropical. Además, el galardonado ron, por supuesto. Toma un crucero a St. Croix y descubre abundante arquitectura victoriana holandesa y encantadoras iglesias coloniales en Frederiksted y Christiansted.

Dominica no es apodada "Isla de la Naturaleza" por nada. Sus casi 800 metros cuadrados de imponentes montañas, prósperas selvas tropicales y cascadas impetuosas merecen toda esa credibilidad y más. Pero el pulso verdadero de la isla late en Roseau. Puede que sea una de las capitales más pequeñas del Caribe, pero no dejes que su tamaño te engañe: Roseau es eléctrico con energía cultural. El aroma picante de la cocina casera criolla flota a través de puestos de comida en el mercado de Roseau. El reggae y la soca rebalsan de las ventanas de los edificios de piedra y madera centenarios y las fiestas hacen erupción alrededor de las bandas de jing ping en los puntos de acceso como Bala's Bar en el Hotel Fort Young. Durante tu crucero a Dominica, notarás rápidamente que Roseau no marcha al ritmo de su propio tambor: baila.

Te darás cuenta de que en Bridgetown hay una agradable mezcla de calidez isleña y tradición inglesa. Majestuosos edificios coloniales se entremezclan con coloridas casas de madera, mercados al aire libre y cafeterías especiales. Lejos del bullicio de "Town", como la llaman los lugareños, Barbados es otra especie de paraíso en cualquier dirección. Toma un crucero a Barbados y dirígete a la costa para ver interminables playas de arena rosa y blanca y aguas cristalinas color turquesa. O quédate en el centro de la isla, donde encontrarás colinas onduladas y valles, campos y plantaciones históricas de caña de azúcar. Incluso puedes viajar bajo tierra para descubrir cuevas de piedra caliza con sus propias cascadas.